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  • Foto del escritorCarlos Agudelo Montoya

Sin pretensiones

Actualizado: 15 feb 2023

Plegarias nocturnas

Santiago Gamboa

Mondadori, 2013


Me gusta leer a Santiago Gamboa. La sencillez en su narrativa es un oficio que pocos logran; no es simple como algo insípido; es sencillo como un atardecer tranquilo que solo se contempla, por momentos parece bello, en otros se convierte en paisaje, dejas de prestarle atención porque lo tienes ahí al frente, y al final, cuando el sol se esconde, descubres que todo terminó sin prestarle mayor atención. Es un momento que transcurre y luego se reconoce como experiencia tranquila y diciente.

Llegué a Plegarias nocturnas por simple hábito de tomar al azar un libro. Su voz narrativa me atrapó y me dejé contar la historia de Manuel, un joven estudiante de Filosofía que se encuentran al otro lado del mundo, en Bangkok, donde espera el juicio como traficante de drogas. La vida del narrador es la vida de un diplomático que a su vez es escritor y siente empatía por la historia del estudiante que no cuadra dentro de las típicas historias de traficantes o “mulas”. Y claro, a uno como lector también se le despierta la curiosidad, tal vez un poco de morbo. Aunque debo confesar que la frase “pero no va a ser una novela negra. Va a ser una novela de amor”, estuvo a punto de hacerme renunciar a la lectura; agradezco que haya aparecido cuando ya estaba enganchado y con la decisión de terminar la novela.


Justo cuando los hilos de los acontecimientos comienzan a develarse, hay una pequeña tentación de suponer el final, y creer que será uno común, pero la trama logra volver a su cauce y entretejer de buena forma la vida de los personajes, la situación política de Colombia en la primera década del siglo XXI y las preguntas del narrador que está imposibilitado para abandonar la resolución de un enigma.

A veces esperamos lecturas complejas, que nos reten, pero en el fondo siempre se agradecen aquellas que te permiten reencontrarte con el deseo de seguir leyendo sin darle tanta importancia al mundo. Eso me ocurrió con Plegarias nocturnas. Aunque sé que no tiene porqué ser igual con ustedes, esta es una invitación a rememorar esa obra que fue una lectura placentera sin mayores pretensiones. ¿La recuerdan?


Carlos Agudelo Montoya

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