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  • Foto del escritorCarlos Agudelo Montoya

Sin interés por la verdad

Una novela criminal

Jorge Volpi

Premio Alfaguara 2018


Durante el siglo XX la creación literaria tuvo muchos cambios, ante todo a partir de propuestas de innovación estructural, esto amplió la gama de opciones para escribir que se ven reflejadas en los premios y el ingreso al canon de una gran variedad de estructuras y formas creativas. Muchos fuimos los sorprendimos con el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan en el 2016, porque el artista es más reconocido en el mundo por su música que por su poesía, y en este sentido, se esperaba que la academia premiara a alguien que fuera identificado como escritor. Que el premio más significativo en literatura haya mostrado esta versatilidad, es un claro ejemplo de que la creación literaria tiene toda la intención de no ser encasillada.


El Premio Alfaguara 2018 a Una novela criminal es otro ejemplo de estos cambios. Jorge Volpi construye una novela sin ficción, pero un tanto distante a la que pretendió en su momento Truman Capote, ya que la voz de un Volpi narrador, quien hace una interpretación de los acontecimientos, es quien lleva el hilo conductor de la obra. En cambio Capote intentó mantener la distancia subjetiva a través de una narración en tercera persona.

Una novela criminal reconstruye el caso jurídico de Florence Cassez y la familia Vallarta, que un lector curioso puede también rastrear en los medios. Entonces, la propuesta creativa se centra en presentar los acontecimientos históricos desde diferentes puntos de vista, el narrador se toma la tarea de indicarle al lector cuando ocurren cambios en el discurso de los personajes o alguna contradicción en la descripción de los hechos. Como lectura es entretenida, porque la narración va soltando poco a poco los acontecimientos y el desarrollo de una trama, centrada en mostrar las irregularidades del proceso, la manipulación de la policía, medios de comunicación y autoridades, y los efectos políticos y públicos que se generaron, a partir de la hipótesis de inocencia de los implicados. Aunque en apariencia son los mismos hechos los que generan la tensión dramática. En este sentido, como toda buena narración, influencia al lector para este tome una postura sobre los hechos que siente como propia.

Para un lector como yo, formado con las estructuras tradicionales de la narración basadas en ficción, incluso cuando parten de acontecimientos históricos o, como otros denominan, hechos reales, este tipo de lectura genera un poco de resistencia. En primer lugar porque pierdo esa sensación en la que la palabra me atrapa y pone frente a mis ojos situaciones y personajes que despiertan diferentes tipos de emociones; la segunda razón parece ser la que influencia la primera, la mirada periodística en la literatura solo me interesa por la investigación, no en la forma cómo se construye el texto, y Una novela criminal se aleja por completo de una construcción que denominaría literaria; existe, en consecuencia una tercera razón, la poca empatía o rechazo que logré tener hacia los personajes. No obstante, la obra es honesta frente a esto, y desde el inicio hasta el final el lector tiene la claridad de que está leyendo una novela sin ficción que “descansa sobre todo el trabajo de edición realizado por el autor”.

Leer Una novela criminal abre diferentes interrogantes, como lector me pregunto con qué sorpresa podría hallarme en textos futuros, aunque aún estoy distante de modificar mis gustos literarios y asumir como creación literaria textos que estén más cercanos a los periodístico; no obstante, debo aceptar que no estoy siendo abierto al respecto y prefiero que al acercarme a una novela, esta sea una obra de ficción, sin importar si está basada en hechos reales o no. Por otro lado, y en contravía de lo anterior, como creador valoro el mundo de posibilidades que existen en el siglo XXI para escribir, es muy probable que sea un cobarde y aún me falte mucha pluma para arriesgarme con textos que podría denominar experimentales o de no ficción.

La lectura de Una novela criminal me deja con un sinsabor en el gusto literario, ante todo porque debería aceptar que las siguientes palabras de Volpi no carecen de razón:


Como escritor de ficción —y de ficciones ambiguas, sin finales unívocos— debería ser consciente de que la verdad absoluta es imposible, de que la verdad se edifica a partir de un cúmulo de verdades fragmentarias, de que sólo antes del siglo XX era posible concebir narradores omniscientes, dotados de toda la información posible sobre las historias que se disponía a contar.


Esto, siempre y cuando, en algún momento me interesara la verdad, solo que desde hace muchos años entendí que la literatura no debe pretender trasmitir la verdad o algo que se le parezca, porque está por fuera de su alcance y pertenece a otros ámbitos de la creación e investigación. Más bien, la creación literaria debería enfocarse en que las emociones que genere sean la única verdad que emane de ella.

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